Divinas
metamorfosis
El divino seductor toma forma de toro, de cisne, de
lluvia de oro, de sátiro, de águila, de cuanto ser animado e inanimado exista
para poseer a las bellas mortales y a las soberbias ninfas. Se va obligado a
emplear estas artes por su esposa Hera, que es monstruosamente celosa y lo
vigila por donde quiera que vaya. Él, con todo, siempre logra burlarla para
holgar deliciosamente con cada nueva mujer. Y luego, reunido con los olímpicos,
se jacta de sus conquistas amorosas.
Hace un momento se ha transformado en un bellísimo e
inmaculado cisne para gozar a Leda. Después de la apasionada unión, el dios
descansa satisfecho sobre la hierba. Mientras tanto, la joven se incorpora, se
viste y se marcha, y con cada paso va recuperando la forma de la diosa ente las
diosas, que es celosa pero no tonta y también sabe sacarle provecho al arte de
la metamorfosis.
El
Diluvio
Luego de largos meses de durísima labor y un poco
descanso, han concluido la magnífica arca. El anciano da cientos de
instrucciones a todos acerca de cómo, cuando, por que, para que y con que hay
que llenarla. Su boca no cesa de proferir advertencias y amenazas. Finalmente,
el aprovisionamiento se ha llevado a cabo.
Entran dos en dos en la inmensa embarcación: “¡una pareja
de cada especie!” grita incansable el patriarca. En el séptimo día, cuando
hasta el último detalle ha sido cumplido al pie de la letra, cierran el arca
con la sensación del deber cumplido. Han dejado al viejo en tierra y, con las
primeras gotas, ven con satisfacción como se ahoga en su propio diluvio.
Tartamudeo
Ah. Ahí está. Ahí está ella. Ella. La muy zorra. Viene a
decirle que. Viene a decirle que no. Que no se acerque más. Que no se acerque
más a. A su esposo. Que si se acerca. Que si se acerca de nuevo. Si se acerca:
no sabe. No. No sabe de lo, que ella es capaz. Que cuidadito. Viene a decirle
que tenga mucho cuidado. Mucho cuidado con ella. Pero no. Pero no, no, no le va
a decir. No le va a decir porque. Porque acaba de. Acaba de, de llegar su
esposo. Su esposo, que la besa. Que la abraza. A la otra, la besa, la, la
abraza. Y ella se vuelve. Mejor, sí. Mejor se vuelve. Se vuelve sola a, a casa.
Capilla
ardiente
Finalmente
que ha quedado dormida. Después de llorar y llorar por él durante tantas horas.
Después de mirar y mirar las fotos de él y acariciarlas y besarlas sin poder
parar de llorar. Después de rezar y rezar para que el vuelva. Después de
encenderle una velita a San Antonio para que él vuelva. Y sus rezos son oídos:
él vuelve. Un poco tarde, vuelve, porque el fuego de las velas ya ha consumido
todo: la imagen de San Antonio, la de Santa Rita, la de San Expedito, las
cortinas, la cama, las fotos de él, el cuerpo de ella.
Patricia
Calvelo, nació en Buenos Aires en 1970 y se radicó en Jujuy en 1984. Profesora
y Licenciada en Letras, mientras se desempeñaba como docente en la Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales de la universidad Nacional de Jujuy obtuvo el
Doctorado en Letras en la Universidad Nacional de Tucumán. Ha
publicado artículos, actas y volúmenes conjuntos para revistas especializadas.
Entre sus libros mencionamos Pasajero solo (poemas, 2000), Relatos de bolsillo (microrrelatos,
2006) y Fórmula para incendiarios (poemas, 2008) Ha
escrito en co-autoría con otras investigadoras La abreviatura. Evolución de un
rasgo escritural (1997), Diccionario de Latinismos y Cultismos de origen latino
en la Administración Pública (2003) y Ludi Magister (2003)
Los
textos que componen la presente selección fueron extractados del libro Monoambientes (Ed. Desde la Gente, 2008) del escritor tucumano Rogelio Ramos Signes quién
actuó como antólogo y fue quien seleccionó los textos que componen el mismo.
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